quisi-cosa

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viernes, abril 27, 2007
Rilke no toca la puerta



Al leer por primera vez algunos cuentos de Rilke tuve sueños espantosos que me hicieron pensar que la transgresión a traves de la literatura puede ocurrir de manera inadvertida. Esa noche había terminado de leer las apacibles (casi monásticas) Cartas a un Joven Poeta pero al continuar con Annuchka, el primer cuento despues de las cartas, aquel mundo en el que la joven Annuchka mata a su hijo recién nacido quedó grabado en un lugar tan oculto que no me dí cuenta hasta que de madrugada empezé a tener pesadillas violentas, (excepcionales en el campo de lo monstruoso y moralmete reprobable.) No fue tan lógico para mi en un principio atribuir las visiones brutales de mi sueño al hecho de haber leído un cuento, pero alguien más confirmó mi duda. Rilke me había impresionado pero lo había hecho sin que yo me diera cuenta, y que buena paseada me ha puesto...

Por otro lado está el tortazo en la cara. Aquello que tiene como única intención ser ruidoso. Esas son puras mamadas. El verdadero semblante de la transgresión se asoma cuando el lector mismo sobrepasa sus límites, o mejor aún cuando a través de una experiencia le es revelada una parte del ser que antes ignoraba, pero para eso hace falta gracia, no como se acostumbra dar de guantazos.

6:21 p.m.



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