quisi-cosa
miércoles, noviembre 29, 2006
Tú tienes la culpa abuelita

Al leer una entrevista hecha recientemente a Anselm Kiefer en la que menciona algo acerca de su fascinación por el plomo, recordé de pronto que cuando era niña, encontré en casa de mi abuela una caja con pequeñas balas de plomo. Jugué un rato hasta darme cuenta de su deliciosa maleabilidad y entonces decidí masticarlas y apreciar mejor su consistencia. Recordé la sensación única, el metal rechinando entre las muelas, y esa combinación entre el peso y la posibilidad de convertirlo en algo más... Mi primera reacción ante el (re) descubrimiento fué pensar, ¡Con razón! Esa lentitud... sabía que tenía que venir de otro lado, sabía que no era normal. Luego pensé que no podría atribuirle todos mis lados inertes a una poca de ingestión de plomo, después de todo a Anselm no le ha pasado nada... ¡A quién coños se le ocurre dejar eso al alcance de un niño?
1:03 p.m.
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